Somos unos incomprendidos.
Callos.
Vamos a ver, ¿la gente es capaz de ver tres temporadas de 'Hannibal' sin pestañear pero se escandaliza con un rico plato de callos a la madrileña? Parece ser que sí. Los extranjeros no entienden que comamos tripas de vaca, el secreto es el mismo que el que contaban Timón y Pumba en 'El rey león': viscoso pero sabroso.
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Percebes.
Siendo completamente honestos, yo tampoco sé qué se le pasó por la cabeza a la primera persona que decidió comerse un percebe. Normal que los extranjeros piensen que estamos comiendo patitas de dinosaurio chico.
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Sangre frita.
¿Os acordáis cuando empezaba 'True Blood' y los vampiros habían decidido "salir del armario" y dejar de esconderse al mundo? Eran todos españoles.
El saber culinario / Via elsaberculinario.com
Criadillas de toro (o de cerdo).
Cuenta la leyenda que antes los toros podían hablar y, en una de aquellas, un toro muy cuñao le dijo a un señor: "me vas a comer los huevos por debajo del culo". Y así nació la tradición gastronómica de las criadillas, amigos.
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