Nada que tenga nombre de estrategia militar puede ser bueno para tu cuerpo.
Es una práctica increíblemente sexista.
Fíjate, operación bikini. Nada de operación bañador u operación speedo. La operación bikini va especialmente dirigida a un público femenino, su propio nombre lo indica. Cuando tienes a una mujer que desprecia su propio cuerpo es muchísimo más fácil que invierta su dinero en cremas reductoras, reafirmantes, anticelulíticas, bronceadores, cremas de depilación, bonos de depilación láser, "ofertas" de tres meses en el gimnasio, dietas de la alcachofa, de la piña y del pepino o ropa de una talla menos cuando ha adelgazado. La industria de la moda y de la belleza se aprovecha a menudo de nuestras debilidades e inseguridades. Y nosotras debemos detectar los puntos mezquinos del sistema.
Cada año, desde los primeros días de enero, revistas de moda, programas de televisión, blogs y anuncios publicitarios empiezan con la cantinela de los "kilitos de más" de los que te tienes que deshacer. Conforme pasan los meses se multiplican las páginas publicitarias de productos para reducir tu figura, de ofertas en gimnasios, de dietas milagrosas y de tratamientos revolucionarios. El sistema juega con nosotras, nos crea una preocupación que de otra forma no se daría con tantísima intensidad. Todas llevamos una mochila de complejos sobre la espalda que solo nosotras podemos empezar a vaciar, por eso luchar contra la dictadura de la 36 sí que es algo verdaderamente revolucionario y no la maldita dieta de la piña.
La operación bikini es altamente perjudicial para tu salud.
Quédate con este mantra: nada que tenga nombre de estrategia militar puede ser bueno para tu cuerpo. Tal y como informan la mayoría de los expertos en nutrición, realizar una dieta estricta y someterse a un ejercicio al que tu cuerpo no está acostumbrado en un corto plazo entraña serios riesgos para tu salud. No solo te expones al efecto rebote (volver a ganar todos los kilos perdidos en cuanto vuelves a tu rutina alimenticia habitual), es que una dieta deficiente sumada a un incremento del ejercicio físico puede provocarte debilidad y fatiga, degradación muscular o carencia de vitaminas necesarias. En otras palabras, te dejas el cuerpo y la moral hechos un asco.
Piensa que en el corto periodo de dos meses estás sometiendo a tu cuerpo a un fortísimo estrés metabólico. Y eso, amiga mía, no es nada bueno.
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Debes educar a tu cuerpo y a tu cerebro diariamente, no hacer un sprint.
Roma no se hizo en un día. Si quieres perder peso lo mejor que puedes hacer es consultar a un nutricionista, esta persona determinará qué cambios debes introducir en tu alimentación para llevar una dieta sana y equilibrada y te ayudará a encontrar tu peso ideal. Si quieres ponerte en forma, nada mejor que consultar en tu gimnasio o pedir asesoramiento a un entrenador personal para que te recomiende los ejercicios que necesitas hacer para tener el cuerpo que deseas.
El truco aquí está en ser consecuente y comenzar a seguir un estilo de vida sano y equilibrado. Todo lo demás es construir la casa por el tejado.
Defíneme "kilitos de más".
Un ejercicio personal que deberíamos empezar a hacer es definir qué es lo que consideramos kilitos de más y por qué lo consideramos así. Si vivimos rodeados de imágenes de mujeres firmes y sin defectos que no pasan de la 38, es completamente normal sentirnos fuera de lugar cuando nos vemos en bikini delante del espejo.
Pero es que la realidad está llena de celulitis, estrías y marcas en la piel. La realidad está llena de espinillas, pelos enquistados, puntos negros y granos horribles cuando está a punto de bajarte la regla. La realidad está llena de kilos, tantos como aquellos que les quitan a muchas modelos con photoshop. La realidad no tiene tantos vientres planos, piernas kilométricas, cinturas de avispa y pechos simétricos y turgentes.
Mira a tu alrededor. Mira a tus amigas, a tus compañeras de trabajo, a las mujeres que ves por la calle. Prácticamente ninguna de nosotras nos parecemos a las mujeres de las revistas. Ni falta que nos hace. En la diversidad está la verdadera belleza. Esa es la realidad y no la última portada de la revista FHM.