Sobre todo, predica con el ejemplo.
"Mamá es una mujer plena".
Como explica la escritora feminista Chimamanda Ngozi Adichie en su libro 'Querida Ijeawele: cómo educar en el feminismo', la maternidad es un don maravilloso de la naturaleza... pero una mujer no debería definirse exclusivamente por ello, sino ser una mujer plena. Demuestra a tus hijos que además de la maternidad está tu trabajo (cuéntales tu día a día, hazles partícipes de tus historias, tus logros y tus proyectos) o tus hobbies si ahora te ocupas de la casa o tu tiempo de ocio. Generalmente, los hombres no se definen con un "pero ante todo padre", pero las mujeres a veces perdemos parte de nuestra identidad al convertirnos en madres.
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En casa, no existen cosas "de niñas" o cosas "de niños".
No caigas en clichés. Un niño puede pasárselo pipa con muñecas y una niña con camiones. Los juguetes no tienen género. Tampoco lo tiene la ropa, los colores, los gustos en películas o libros, los deportes o las aficiones. Es posible que fuera del nido haya quien intente marcar la diferencia, pero tu hija no debería dejar de algo por ser "para chicos" ni tu hijo por ser "para chicas" porque se estarán perdiendo el 50% de la diversión. Deja que jueguen, que exploren y que se diviertan. Nadie debería ponerles límites a su imaginación y a su desarrollo, no comiences haciéndolo tú.
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Revisa tu forma de hablar.
Nuestro lenguaje es muy sexista y, en innumerables ocasiones, utilizamos palabras o expresiones que están dando la imagen contraria que queremos enseñar a los niños. Del mismo modo que intentamos no decir palabrotas en su presencia, deberíamos revisar el uso de expresiones sexistas como "nenaza", "marimandona", "marimacho" o "son cosas de niños" delante de los más pequeños.
Fíjate también en si haces diferencia de trato cuando te refieres a una niña o a un niño: si a él le llamas campeón, no la llames a ella bonita, también es una campeona. Las niñas no son simplemente "bonitas", también son divertidas, listas, curiosas o alegres. Y los niños no son solo "grandes" o "fuertes", también son sensibles, cariñosos o dulces.
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Haz que cambie el cuento.
A veces, por pura inercia, contamos a los niños los mismos cuentos que nos contaron a nosotros. Y entre la época en que nos educaron a nosotros y la suya hay un abismo, ¿de verdad crees que 'Cenicienta' sigue siendo una buena historia para una niña? Las cosas están cambiando. Y los cuentos también. Intenta introducir nuevas aventuras donde el papel de la mujer no sea el de encontrar un esposo y su valor principal sea el de la belleza. Aquí tienes una buena lista de libros por los que empezar. Y aquí de series.
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