"Aquí una muestra clara de odio", tuiteaba la diputada de Ciudadanos Inés Arrimadas, "voy a denunciar a esta señora. No solo por lo que me dice a mí sino por todas las mujeres que han sido violadas". Arrimadas adjuntaba una captura de pantalla donde podíamos leer el comentario que una mujer había publicado en su muro de Facebook tras la participación de la política en un debate de Telecinco donde le deseaba "que cuando salga esta noche la violen en grupo porque no merece otra cosa semejante perra asquerosa".
Casi de inmediato Inés Arrimadas recibió todo el apoyo que la ocasión merecía. En los tuits de respuesta ante la denuncia pública de la política encontrábamos una enérgica condena y un rechazo absoluto a las palabras que dejó por escrito en su Facebook la hasta entonces desconocida. "Es repugnante", "una vergüenza", "todo mi apoyo", "esto es inaceptable". El apoyo recibido no fue solamente anónimo, políticos de todos los partidos como Pablo Iglesias, Ada Colau o Miguel Iceta también se sumaban al respaldo de la de Ciudadanos.
El tuit de Arrimadas, por el momento con más de 13.500 retuits y más de 4.000 respuestas, conseguía la repercusión esperada (y deseada) por aquellos que lo habían retuiteado: tan solo unas horas después de su publicación, la empresa Tinsa, para la que trabajaba la mujer en el departamento de Atención al Cliente, anunciaba el despido de esta a través de sus redes sociales. Se daba así por concluida otra de esas historias que solamente pueden producirse -y reproducirse- en el siglo XXI.
El caso de Inés Arrimadas no desmerece otra lectura: esta es una de las poquísimas ocasiones en las que ante una situación sobradamente machista todos y cada uno de los partidos políticos y usuarios de diversa ideología tenían la misma opinión y mostraban la misma repulsa ante el mismo hecho. Aquí no había medias tintas: no vi a los siempre dispuestos "abogados del diablo" intentado buscarle una explicación a las palabras de esta señora, tampoco observé a personas utilizando el argumento de "déjala, esta persona no debe estar bien, bloquea y fuera", a nadie se le pasó por la cabeza buscar el mentado debate de Telecinco para esgrimir contra Arrimadas argumentos del tipo "sí, pero tú hiciste esto" o un "a saber qué estabas diciendo tú por la tele". Porque claramente ante una situación así no existe defensa posible.
El único debate que pude observar, a posteriori, fue sobre si el castigo que terminó recibiendo la mujer hasta entonces desconocida no fue desproporcionado tratándose, a fin de cuentas, de un texto en su muro de Facebook que quizás hubiese pasado inadvertido de no haber sido recogido por Arrimadas.
Y quizás suena desproporcionado porque esto sucede en el mismo país donde se apelaba a la "falta de responsabilidad" de periódicos y cadenas de televisión por publicar fotografías donde aparecía el rostro de "El Prenda" y su Manada, la infame pandilla que presuntamente violó en grupo a una mujer en San Fermín en el año 2016. Un país que mira con lupa a la víctima de una violación grupal, preguntándole por qué bebió tanto, qué llevaba puesto, cómo se le ocurrió volver sola o por qué terminó en un portal con un grupo de tíos "si no quería nada". Un país en el que, durante el torbellino mediático que produjo la historia de San Fermín, algunos medios se permitían llevar a colaboradores que defendían a la víctima y otros que, haciendo de abogados del diablo, se preguntaban si no estarían siendo demasiado duros con los chavalitos de La Manada ya que podían estar "destrozándoles la vida". Un país, en resumidas cuentas, que condena con más fuerza y determinación a una mujer que le desea una violación grupal a alguien en un comentario en Facebook que las violaciones grupales y a los violadores.
Quizás a algunas, como a la articulista Barbijaputa o a una gran cantidad de mujeres que trabajamos en medios online y escribimos sobre feminismo y temas de mujeres, nos suena un tanto desproporcionado porque sucede en el mismo país donde no se suele perseguir (ni mucho menos despedir) a esos hombres que a través de redes sociales amenazan con pegar, escupir, violar y matar a mujeres desde el anonimato simplemente por señalar actitudes y comportamientos machistas. En el mismo país donde cuando un hombre insulta o amenaza a una mujer online, en lugar de rasgarse las vestiduras como en el caso de Arrimadas, se recomienda "silenciar y listo", "bloquear y fuera" y que "lo mejor es no hacer caso". Un país donde esta mujer parece merecer toda la ira posible por publicar un deseo de violación en su muro de Facebook, pero donde los hombres que amenazan con violar a mujeres mediante mensajes privados en sus Facebooks son solo "unos trolls de Internet".
Desearía encontrar la misma respuesta de repulsa unánime cuando una mujer comparte los insultos o las amenazas que recibe en Internet, en lugar del "pasa de esta gente", "son unos taraos" o "esto suena a invent". Desearía encontrar el mismo rechazo rotundo, enérgico y eficaz ante violadores y maltratadores que ante una mujer que le ha deseado una violación a otra. Desearía ver la misma sangre fría, la misma actitud de tolerancia cero, el mismo puño de hierro. Porque me gustaría ver una respuesta real y clara, sin más lecturas, sin abogados del diablo y sin defensores de lo indefendible, ante la violencia machista y ante la desigualdad que miles de mujeres sufren a diario.