O QUIZÁS SÍ.
Las salsas.
Un montón de sobrecitos de ketchup, mostaza y mayonesa en una repisa de la nevera que permiten que lleves años sin comprar un bote de ketchup Heinz. No nos vamos a meter en si los has conseguido de forma lícita o ilícita.
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El cuchillo de untar.
El cuchillo de untar no se guarda en el cajón de los cubiertos ni en ninguna otra parte de la cocina sino que, una vez utilizado, se mantiene al lado del fregadero por si tienes la necesidad de volver a usarlo en la próxima media hora o en los siguientes treinta años.
El limón.
O mejor dicho: el medio limón rancio en la parte superior de la nevera. ¿Estaba allí cuando llegaste a esa casa? ¿Pertenece a los restos de tu primera compra? No se sabe, pero TAMPOCO SE TIRA.
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Los tuppers.
No has invertido ni un solo euro de tu vida en tuppers, pero las visitas a Casa Padres siempre te han salido muy rentables.
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Una bolsa con bolsas de plástico.
Que sí, que tú siempre intentas ir a comprar con un par de bolsitas de plástico en el bolsillo, pero la mayoría de las veces se te olvida... así que terminas convirtiéndote en La Señora de Las Bolsas.
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La mesita.
En alguna parte de tu casa hay una mesita lack de IKEA que compraste la primera vez que pisaste un IKEA. Es versatil, como Bette Davis, así que lo mismo puede ser tu mesita de noche que tu mesita del salón. Pero ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo.
La silla.
Ni es una silla funcional ni es un armario, es las dos cosas y al mismo tiempo es un asesino en serie cuando te despiertas por la noche y miras su silueta.
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Los botes.
Síndrome conocido como "el diógenes del champú", que consite en una incapacidad absoluta de tirar los botes una vez se han terminado y acumularlos hasta que, por ejemplo, te mudes de domicilio.
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El cubo.
Porque bajar la basura es la opción sencilla: LA OPCIÓN DE LOS COBARDES.
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Los cargadores.
Una colección de cables y cargadores de aparatos que hace siglos que pasaron a mejor vida pero que mantienes por si hay un holocausto nuclear y casualmente te encuentras un Nokia 3310 que todavía funciona.
Todo Colección
El rollo.
Cuenta la leyenda que al lado de cualquier rollo de papel higiénico nuevo debe haber un rollo que sí pero que no, como que se niega a morir y a dejarnos solos en este valle de incertidumbre al que llamamos vida.
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La manta.
Esa mantita de IKEA que ni abriga mucho, ni quita demasiado el frío, ni combina con nada... pero que ahí está, for some reason, encima de tu sofá.
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El cartón de pizza.
Un cartón de pizza viejo que no es un simple cartón, es ya parte de la familia.
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El espejo.
Todos tenemos un espejo en casa sobre el que se posa una conjunción planetaria: es amplio, está situado en un lugar con buena luz y tiene suficiente espacio alrededor para permitirte POSAR. El espejo de las fotos. El mejor aliado.
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