#Yotambién
Advertencia: el contenido de este artículo puede herir la sensibilidad de algunas lectoras.
Estos días hemos visto a decenas de mujeres alzando sus voces para denunciar públicamente los abusos y el acoso del productor de cine Harvey Weinstein. La industria del cine no es la única afectada por la pandemia de la violencia machista, por eso hemos preguntado a nuestra comunidad de BuzzFeed por situaciones de acoso o abuso sufridas en su propia piel, para demostrarnos entre todas que no estamos solas.
![Estos días hemos visto a decenas de mujeres alzando sus voces para denunciar públicamente los abusos y el acoso del productor de cine Harvey Weinstein. La industria del cine no es la única afectada por la pandemia de la violencia machista, por eso hemos preguntado a nuestra comunidad de BuzzFeed por situaciones de acoso o abuso sufridas en su propia piel, para demostrarnos entre todas que no estamos solas.]()
Hemos recibido numerosas respuestas, pero por razones de longitud hemos tenido que reducir el resultado final. Estas son algunas de las confesiones.
No sois las únicas. No sois las culpables. Y no estáis solas.
Tasia12 / Getty Images
"Tengo 22 años. Cuando tenía aproximadamente 12, se mudó una nueva familia bastante numerosa a mi barrio. El hijo mayor, de unos 20 años, se pasaba la vida esperándome en el portal, siguiéndome, incluso llegué a ver cómo me grababa y me sacaba algunas fotografías. Por suerte no tardaron mucho en irse".
–Leona.
"Hay un individuo por mi barrio que lleva desde que tengo unos 13 o 14 años acosándome. Siempre que nos encontramos me mira de forma lasciva o me murmura obscenidades. Cuando empezó a hacerlo ni siquiera sabía qué significaban la mitad de las cosas que me decía. En una ocasión, mi madre le dijo que como volviera a acercarse a mí le abriría en canal y se comería su hígado encebollado. Ha estado años manteniendo la distancia, pero ahora temo por mi hermana pequeña.
Eso sí, si le veo acercarse a ella le enseñaré que yo puedo ser mucho más temible que mi madre".
–Arashi.
"Hoy lo he contado por primera vez. He guardado silencio durante mucho tiempo. Un familiar intentó violarme varias veces a lo largo de los años. No lo conté porque pensaba que era culpa mía. Tenía ocho años. Temí verme apartada o marginada. Tenía miedo de estar sola. Pero no estoy sola. Ahora lo sé".
–Caroline.
"He sufrido acoso callejero, como todas las mujeres del planeta, desde muy temprana edad. Voy nerviosa en el transporte público si solo hay hombres en mi vagón. Cuando tenía 16 años, unos NIÑOS de unos 12 años me persiguieron varias calles tocándome el culo. En una fiesta, un amigo me tocó una teta porque sí, porque quiso, le empujé pero no supe qué más hacer y tampoco nadie hizo nada ni le dio importancia. Otro amigo se me echó encima solo porque estábamos viendo una película los dos solos. Mi primo, 10 años mayor que yo, me contaba sus sueños eróticos. Su hermano pensó que estaba dormida y me tocó. Me quedé paralizada y fingí seguir dormida. No se lo he contado a nadie".
–Weasley28.
"De pequeña sufrí el acoso de un vecino amigo de mis padres. Yo tenía 8 años.
He sufrido acoso de adolescente, cuando los típicos conocidos que ves siempre por la zona por la que sales, deciden que no les vale cuando el primer día les dices no. Uno de ellos se plantó en el baño, apoyado en el lavabo, esperando a que yo saliera.
He sufrido acoso de adulta, estando con mi segunda pareja. Soy bisexual y estuve 5 años con una chica. Hay tíos que no se lo creen, o, como saben que eres bisexual, creen que también te lo montarás con ellos.
El NO para algunos es como un detonador, es imposible que se queden con esa respuesta".
–Chopito’s mum.
"Dejé un trabajo cuidando de un niño por culpa del padre. Él pasaba temporadas trabajando desde casa y estaba con él a solas cada vez más. Los comentarios fuera de lugar se convirtieron en algo habitual, como insinuaciones o acercamientos que no tenían justificación ninguna. Ir a trabajar suponía un suplicio, cruzarnos por el pasillo, un momento de tensión; incluso me llegó a agarrar de la cintura en alguna ocasión. Finalmente, abandoné el trabajo diciendo que las condiciones no eran las acordadas, que también era cierto. Pero no me hubiera ido sin dar lugar a renegociar. Nunca dije el verdadero motivo, de hecho, la madre del niño se enfadó conmigo por marcharme. En mi casa tampoco conté los verdaderos motivos, solo los laborales".
–GertiRouge.
"Con 14 años me fui con una amiga a un parque a para hacernos fotos (cosas de la edad). Después de un rato tomándonos fotos la una a la otra nos dimos cuenta de que un hombre se estaba masturbando detrás de unos arbustos. Cuando se dio cuenta de que le habíamos visto siguió tranquilamente mientras nosotras salimos corriendo por miedo. Pasarón meses hasta que me volví a sentar en un parque tranquila".
–Una chica más.
"Este año he tenido que viajar con frecuencia por estudios y me alojaba por costumbre en el mismo hotel.
Una noche, en un de esos viajes, por los bares de la zona me encontré a uno de los recepcionistas, le saludé por cortesía pero empezó a preguntar insistentemente por qué tenía que viajar tanto allí. No le quise dar demasiadas explicaciones.
Más tarde, de paseo con una amiga por la calle, me reconoció, llegó por nuestras espaldas y metió su mano por dentro de mi vestido y me desabrochó el sujetador. En el momento me quedé paralizada y no supe siquiera reaccionar. Mi amiga salió en mi defensa e hizo que se fuera".
–Esther.
"En el colegio había un profesor que hacía "bromas" sobre nuestros pechos cuando empezamos a alcanzar la pubertad".
–Niña de colegio de monjas.
"Quizás no es acoso, pero sí es lo último que me ha hizo sentir mal. Hace una semana, camino al trabajo, me crucé con un señor en el que no había reparado nunca y me dijo: 'todos los días, a la misma hora, te veo venir sola por la misma calle'. Es decir, un señor al que no conozco ha ubicado mis rutinas y por dónde suelo caminar sola. No me considero una acojonada en la vida, pero ya he cambiado de recorrido, ¿qué le da derecho a ese hombre a hacerme saber que conoce mis horarios sin conocerme de nada?".
–Marta.
"Cuando tenía cinco años mi vecino dedieciséis abusó sexualmente de mí y de mi hermana. Mi cerebro decidió borrar gran parte de lo que pasó, así que lo único que recuerdo es que nos tocó nuestras partes. Lo hizo con las dos a la vez. Solo recuerdo la sensación de no entender nada y de que aquello no estaba bien. No sé qué pasó después. El siguiente recuerdo que tengo es a mi madre queriendo darle una paliza. Tengo 28 años y nunca hemos vuelto a hablar del tema.
A los ocho años, un compañero de clase por el que estaba colada comenzó a mostrar interés por mí. Un día me llevó al baño y empezó a besarme. Pero aquello fue a más. Me puso la mano en su pene y luego me bajó la cabeza hacia él. Recuerdo no querer hacerlo, pero lo hice. Después de aquello no quería estar más con él, así que le evité. No dejaba de perseguirme durante el recreo insistiendo en que fuésemos al baño. El chico empezó a volverse agresivo y me daba miedo. Un día un amigo suyo me dijo que fuésemos a la biblioteca para buscar un libro. Allí estaba él. Nos dejó a solas. Me dijo que me tumbase en el suelo. Se puso encima de mí. Yo solo sentía ganas de llorar.
He sido acosada sexualmente en el trabajo. Soy fisioterapeuta. Varias veces los hombres me han insistido que les 'masajease' en el pene. El peor momento fue cuando el marido de otra paciente, que además eran amigos de mis padres, intentó tocarme varias veces durante un masaje. Me puse tan nerviosa que solo me salió una risita. Me pasé todo el masaje esquivándolo, colocándome en lugares en los que no pudiese tocarme, porque no era capaz de decirle nada. No dejaba de pensar que rompería un matrimonio y en el dinero que me costaría perder a dos pacientes. Cuando me fui tenía la cara tan desencajada que hasta mis padres se dieron cuenta de que pasaba algo. Se lo conté y se quedaron en shock. Me dijeron que dejase de ir si quería pero después evitaron para siempre el tema. La situación se repitió tres o cuatro veces más y cada vez que iba sufría una crisis de ansiedad. Me sentía culpable por no decirle nada, por si hablaba, por si jodía su matrimonio, por el dinero. Un día ya no pude más y le dije que si lo volvía a intentar no volvería. No volvió a intentarlo más.
Durante mucho tiempo me he sentido culpable por no haber hecho nada ante estas situaciones. Me sentía una mierda porque se suponía que tendría que haber reaccionado".
–Leran89.
"Era una mañana de julio, tenía 13 años, volvía de la piscina de una amiga y llevaba una falda blanca por encima de las rodillas. No había casi nadie en la calle. Cuatro chicos se acercaron a mí y me empotraron contra la puerta de un garaje. Me magrearon como quisieron por debajo de la falda, se rieron un poco entre ellos y se fueron. Nunca se lo llegué a contar a nadie".
–Aiella.
"Han sido tantas las veces en que he sido abusada o acosada que no tengo solo una historia para contar. En la calle, en una fiesta, en la puerta de mi casa, en mi casa. Una de las ultimas veces, un hombre me robó y por si no fuera poco, me forzó a besarlo. Hay que unir fuerzas para que esto no pase".
–Juliabo.
"En primero de la ESO un grupo de chicos mayores pellizcaban el culo a las chicas y, a pesar de que todo el mundo lo sabía, nadie hacia nada al respecto".
–Niña de colegio privado.
"Cuando tenía 13 años uno chico se nos quedó mirando a mi mejor amiga y a mí. Estábamos sentadas en un banco y él a unos metros, al rato apareció otro chico que se sentó junto a él. Mi amiga se fue unos minutos porque la habían llamado sus padres y yo me quedé sola esperando, era de noche y nuestros padres no estaban en el bar de al lado. Cuando empecé a sentir miedo decidí levantarme e ir con ella.
Entonces los chicos se levantaron y vinieron corriendo hacia mí, mi primer impulso fue salir corriendo hacia donde pudiera y eso hice, pero ellos me agarraron de los brazos y me tiraron al suelo. Uno de ellos se puso sobre mí para que no me moviese. Me metieron mano, se rieron de mí mientras yo gritaba e intentaba soltarme. Cuando se cansaron de tocarme y reírse se levantaron y se fueron corriendo. Yo me fui corriendo al baño y me quedé ahí hasta que vino mi amiga.
Nunca se lo conté a nadie y siempre me eché la culpa por no haber corrido más. Por suerte ya no pienso lo mismo".
–Anónima.
"Desde que tenía 6 hasta que tenía 8 años mi hermano mayor abusó de mí sexualmente".
–Anónima, por miedo.
"En mi colegio todo el mundo debía llevar uniforme y se nos decía que una de las normas era llevar el polo por dentro de la falda. Un profesor se dedicaba a meternos el polo por dentro de la falda a las niñas, metiendo la mano hasta donde él quería, se sonreía y decía que íbamos hechas un desastre.
Teníamos 12 años".
–Anónima.
"Cuando tenía 20 años, en las fiestas de mi ciudad, un chico de una peña me cogió por detrás y me subió a hombros ante las risas de todos, la pasividad de las familias y las miradas de desaprobación por mi vestuario. Me manosearon el culo entre diez tíos. Nadie me ayudó a escapar de allí, tan solo las patadas y tirones de pelo que yo pude propinar. La doble agresión llegó cuando lo conté y todo el mundo cuestionó la largura de mis pantalones".
–Anónima.
"Al salir de un partido de fútbol alguien arrimó sus genitales a mi culo por detrás. Al girarme me encontré a un padre que llevaba a un crío de la mano. Me dio tanto asco como impotencia. No he vuelto a pisar un campo".
–Anónima.
"De adolescente, un fotógrafo me manoseó en un casting. Me tocó la vulva y los senos y me hizo una serie de fotos que, por supuesto, conservó. En cuanto el tipo terminó de tocarme y yo dejé de sentirme paralizada, salí huyendo como si hubiera sido mi culpa. Ni siquiera me atreví a mirarlo de frente".
–BL.
"Un día de invierno volviendo de la universidad, con 18 años y tapada hasta la médula. Un hombre cincuentón, sucio y corpulento me paró en la mitad de un puente para pedirme la hora. Cuando fui a mirarla en el móvil, aprovechó para manosearme mis partes íntimas. Yo empecé a gritar, y al ver que venían unos abuelos, el hombre se fue corriendo, sin dejar de mirarme desafiante desde la distancia. Como diciendo “mira lo que te he hecho”. Fui a denunciar, más que nada porque ese tipo no podía seguir suelto, podría hacer cosas peores en mi ciudad. La policía me dijo que me llamaría para identificarlo porque tenían fotos que coincidían con lo que yo había descrito. De eso hace tres años y ya he dejado de esperar la llamada".
–Judit.
"Tres de la tarde. Agosto. Tenía 14 años. Iba sola. No había nadie en la calle.
Una scooter se metió en la acera y me empezó a seguir, iba justo detrás de mí. Seguía caminando y la moto seguía a un metro de distancia. Crucé y cruzó. Siempre detrás de mí. No me volví a mirar, sabía que estaba ahí. Después de 10 minutos, al llegar a una avenida, aceleró, me tocó el culo y se perdió de vista. Recuerdo pensar: 'joder, ya podía haberlo hecho antes'. Fueron 10 minutos, uno detrás de otro. Tenía 14 años. Iba sola. No había nadie en la calle".
–Jane.
"Con 9 años mi tío me besó, tengo 35 y mi madre nunca lo supo. A los 12 vi a un tipo masturbándose en su camioneta, cualquiera que pasara podía verlo. A los 18, cerca del colegio, unos tipos enseñaban su pene a todas las chicas que pasábamos por allí. A los 23, parada en una cabina, unos desconocidos manosearon mi culo. A los 27 me dijeron creída en el transporte público por no aceptar piropos de un desconocido. Son solo las primeras situaciones desagradables que me vienen a la cabeza".
–LisaSMX.
"Saliendo del colegio, con tan solo 12 años, unos chicos pararon su coche delante de mí solo para llamarme puta".
–Clbz.
"Además de las incontables veces que completos desconocidos te miran, gritan obscenidades o te toquetean por la calle, la experiencia que más me impactó fue la primera vez que tuve sexo.
Fue con un chico con el que llevaba semanas hablando. Me invitó a su casa y poco a poco me di cuenta de que terminaríamos en la cama. Lo que no me esperaba era que, al decirle que me dolía y que parara, me agarrase del pelo y sin mediar palabra me forzara de aquella manera. La humillación y la vergüenza que sientes después es brutal".
–Lea Blue.
"Era mi tío. A veces cuando se reunía la familia y coincidíamos a solas se acercaba y me metía la mano por el pantalón. Yo era pequeña. A veces en la piscina también y nadie veía nada porque era bajo el agua. Creo que solo llegó a ser algo superficial pero NO es aceptable. Nadie supo nada de esto. Yo no sabía cómo reaccionar cuando lo hacía, solo intentaba irme. Ahora nos vemos pero nunca hemos mencionado una palabra de nada, ni mientras ocurría, ni después, ni ahora".
–Anónima.
"Hace dos años en clase nuestro profesor siempre hacía que saliesen a la pizarra las chicas con más pecho. Se quedaba embobado mirándolas. No era casualidad, a la hora de sentarse también le dedicaba miradas a sus culos".
–Max.
"Como la mayoría de nosotras, he sufrido acoso, que yo recuerde, desde la adolescencia. La mayoría han sido episodios de 'piropos' en la calle, que vienen desde chicos mucho más jóvenes que yo, ancianos con bastón, hasta incluso un chico con síndrome de down en el autobús, y la mayoría han sido cuando iba vestida 'normal' para ir a trabajar o a estudiar y a plena luz del día. También contacto físico no deseado y comentarios sobre la vida íntima por parte de compañeros de trabajo. Pero las 2 experiencias que más me marcaron (con secuelas psicológicas de rechazo hacia los hombres, incluso a los más cercanos de mi familia) pasaron siendo yo menor de edad, por parte de mayores de edad y en lugares públicos.
La primera, con 12 años, en la calle. Un hombre de unos 40 años paró con el coche a mi lado y me preguntó por una dirección (a la que curiosamente era muy difícil llegar desde donde estaba). Mientras le daba las indicaciones me di cuenta de que se estaba masturbando. Me quedé bloqueada, no me podía mover, y seguí explicándole, aunque rápido para acabar. Sentía la necesidad de ayudarle a encontrar la calle que buscaba. Cuando acabé de explicárselo seguí caminando. Unos días más tarde le vi paseando por la calle con su mujer y un niño y una niña pequeños. No lo conté hasta mucho tiempo después a algunos amigos cercanos, mis padres nunca lo han sabido aunque estaban conmigo cuando me lo crucé caminando, y obviamente nunca denuncié. Ahora que me siento con fuerzas y podría reconocer su cara y su coche, es demasiado tarde.
La segunda me pasó con 16 años cuando iba en el autobús por la mañana hacia el instituto. Iba sentada justo detrás del conductor, en un asiento individual que da al pasillo. A medio trayecto subió un hombre de unos 30 años, se puso a mi lado y empezó a tocarme (diría "acariciarme" pero me da demasiado asco) en el brazo y el costado. Igual que la otra vez, me quedé bloqueada, horrorizada y sin moverme mientras él seguía. El bus estaba lleno de gente y seguro que alguien lo estaba viendo. Me intenté apartar hacia la ventana un poco, pero seguía. Al final hice un ruido, como un bufido, le miré con odio, me levanté y me fui a la mitad del autobús. Cuando me giré se había bajado y vi a una chica que estaba sentada detrás de donde estaba yo mirándome. Por su mirada, sé que había visto lo que había pasado. Seguí cogiendo ese bus durante el instituto y la universidad y miraba siempre en las paradas para ver si subía el mismo hombre. Nunca más me he podido sentar en ese asiento en un bus. Aunque sea el único libre, me da pánico. Además, ya desde antes de eso, me paso todo el viaje incómoda si se me sienta un hombre al lado.
Lo que más rabia me da de todo esto es la incapacidad de explicarlo a la gente que me quiere por vergüenza o porque sé que sufrirían y prefiero guardarme el sufrimiento para mí. Y el hecho de que sé que mi madre o mi hermana han pasado por situaciones similares y tienen traumas parecidos a los míos y no poderlas ayudar. Y el pánico a tener una hija y que le pase lo mismo o algo peor y yo no pueda hacer nada por evitarlo".
–Laura.
"Me han pasado varias cosas, pero sin duda la más fuerte y la que me ha marcado fue cuando una noche salí de fiesta con mis amigas y un chico empezó a susurrarme al oído "morena", en un tono socarrón, en la pista de una discoteca mientras bailábamos. Yo le ignoré, lo cual no debió gustarle mucho, porque para seguir llamando mi atención pasó su mano por mis genitales cogiéndomelos muy fuerte. Yo le aparté de un empujón y me fui llorando. Me sentí muy mal... ¿por qué tenemos que pasar por esto?".
–Miriam G.